miércoles, 1 de mayo de 2013

Desarrollo del lenguaje en la edad preescolar

                                  


         Desarrollo del lenguaje en la edad preescolar



Fundamentalmente, María Olivia Herrera y otros,  tratan sobre el estudio de los niveles lingüísticos de niños clasificados como de extrema pobreza, a través de diferentes trabajos analizados sobre la adquisición del lenguaje en el preescolar.

Estos autores, hacen un estudio del lenguaje de los niños pobres, más específicamente comparando  el desarrollo del lenguaje de los niños pobres que asistían a jardines infantiles con los que permanecían en sus casas. Lo que dio como resultado que la pobreza afecta negativamente el desarrollo del lenguaje infantil.

A través de esta lectura los autores nos comentan, como el educador puede jugar un papel trascendental en la vida de un niño, desde esta perspectiva. Ya que hoy en día comprobamos que, a nivel escolar, hay una proporción mayor de fracaso, atribuida, a lo menos en parte, a un desarrollo lingüístico diferente al esperado por la escuela.

De acuerdo a la teoría de Bernstein (1977), en relación a los códigos lingüísticos, las madres de los estratos bajos son portadoras de un código “restringido”; dado que el sistema educacional funciona con código “elaborado”, el niño de estrato socio-económico bajo estaría en desventaja en cuanto a su desempeño escolar. Si aceptamos la posición teórica contemporánea, que sostiene que el niño entra en la cultura dominante a través de la interacción comunicativa con un usuario más competente del lenguaje, comprenderemos la importancia del rol que le cabe al educador en el centro educativo preescolar.

Tal vez, en cierto punto estos autores tienen razón, en decir que las familias influyen en el desarrollo del lenguaje de los niños.  Ya que se ha detectado que la educación, tanto del padre como de la madre, es decisiva: los niños con padres con mayor educación tienen mayor avance en vocabulario.

En esta investigación los autores pusieron a prueba a los niños, mediante unas pruebas que se les realizaron para analizar a través de los diferentes niveles lingüísticos y detectar los problemas más frecuentes dentro de esta población.

En el primer caso, se realizó una prueba de vocabulario mediante un test de vocabulario en imágenes (Echeverría, Herrera y Vega, 1987), prueba que mide comprensión léxica en niños entre 2 y 16 años de edad. Los niños estudiados y que viven en situación de pobreza, se encuentran en más del 90% bajo la norma esperada, al inicio del año escolar. Es importante destacar que, al término el año, los tres grupos de niños avanzan en comprensión de vocabulario; sin embargo este avance es significativamente mayor en los que asisten a un centro educativo, cualquiera sea su modalidad.


Otro nivel investigado fue el sintáctico, se  hizo un análisis en grupos de niños entre 1.8 y 2 años, donde se detectó que éstos emplean con más frecuencia holofrases y frases, mientras que niños algo mayores, de 2.8 años, utilizan mayor número de oraciones (43% frente al 12% de oraciones en los más pequeños.
Estos resultados nos señalan una superioridad sintáctica directamente relacionada con la edad de los niños. Aquí se  detectó que la variable socioeconómica pareciera no influir, a lo menos en preescolares, en el nivel sintáctico.


En el  nivel pragmático,  El modelo aplicado permitió establecer que el niño emite gran diversidad de formas superficiales, con funciones profundas distintas a las del estándar adulto; por ejemplo, formas imperativas de superficie tienen, para el niño de esta edad, funciones apelativas; o puede formular preguntas con función retórica. Se observó una diferencia: los niños del grupo de nivel socioeconómico “alto” emitieron negaciones en forma más categórica, con un valor interpretativo imperativo, comparados con los niños del grupo “bajo”. Estas diferencias presentaron significación estadística.

Ya en el nivel paralingüístico, que fue el último nivel de análisis lingüístico que se abordó y  se refiere a la “comunicación no verbal” (CNV). La importancia funcional que este tipo de comunicación tiene, desde una perspectiva lingüística general, es especialmente notoria en las primeras etapas de desarrollo evolutivo. El lenguaje gestual o paralenguaje, no sólo cumple con una función reguladora de la intención verbal, al igual que lo hacen diversos rasgos prosódicos, sino que además esta función de control se traduce en marcas de mayor o menor intimidad entre el emisor y el receptor en el proceso de comunicación oral, como también se le atribuye un valor convencional de tipo social y afectivo en la expresión de emociones y sentimientos.

Un punto importante que toman estos autores, es que a través de esquema que estos diseñaron, se logró  identificar patrones gestuales desde el punto de vista lingüístico como apoyo a la comunicación verbal, como por ejemplo: función fático-conativa “contacto visual, sonrisa, abrir  los ojos, mirar”; función deíctica para señalar objetos: gestos con “dedos, codos, manos y brazos”; función interrogativo-dubitativa “levantar cejas, abrir ojos, arrugar frente y fruncir ceño”; función informativo- declarativa “movimientos de cabeza”, entre otros. Lo esencial de este trabajo es que se logró  establecer un esquema de funciones generales y lingüísticas que podrían ser de utilidad en otras descripciones analíticas en este campo de investigación.


Yo siempre he tenido claro el papel que juega tanto docente, como familia en el proceso del niño. Mediante esta investigación se logró comprobar  el papel que juegan tanto la madre del niño como la Educadora y la Asistente, como agentes estimuladores y facilitadores del lenguaje infantil.


En general, esta investigación se centró  en la comparación que hicieron los autores, de tres grupos de niños pobres, en un período de siete meses, que asistían a jardines infantiles convencionales y no convencionales, y que no asistían a jardín alguno, detectamos que los tres grupos progresaron  en su desarrollo del lenguaje; este avance es significativamente más alto en los niños que asisten a jardín infantil, cualquiera sea su modalidad, comparados con aquellos niños que permanecen en sus casas.

Claramente los resultados logran arrojar, que  si el adulto de sala está convencido que juega un papel decisivo en el desarrollo del lenguaje de sus niños, también estará convencido que debe encontrar estrategias adecuadas para ofrecer interacciones lingüísticas significativas a cada uno de sus niños, especialmente a aquellos que más la necesitan.


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