miércoles, 1 de mayo de 2013

Las habilidades cognitivas en niños preescolares. Un estudio comparativo en un contexto de pobreza





Las habilidades cognitivas en niños preescolares. Un estudio comparativo en un contexto de pobreza


Fundamentalmente, aquí se  nos presenta una  investigación que fue realizada en Argentina, a una población  de niños entre los 3 a 5 años, y de los cuales se logró evaluar a 238 niños, que concurrían a control pediátrico en centros de Atención primaria de Salud, y que vivían en una situación de pobreza. Este trabajo tuvo como objetivo describir las habilidades  cognitivas simultáneas y secuenciales de niños preescolares en situación de pobreza de una población específica de este país.

Para esta investigación se utilizó  la Batería de Evaluación de Kaufman para niños (KABC) que se trata de una batería cognitiva, sustentada en la convergencia de diferentes modelos cognitivos (Neisser, 1979) y neuropsicológicos (Das, Kirby y Jarma, 1979; Luria, 1966, 1973, 2003/1976). Y a través de ella se  pudo evaluar el estilo individual de cada niño, cómo resolvían sus  problemas y  procesaban  la información. Esta batería que es de administración individual, es aplicable  a niños normales y excepcionales desde 2 años, 6 meses hasta 12 años, 6 meses. Consta de dos escalas: la de procesamiento mental, que incluye las subescalas de procesamiento simultáneo y secuencial y otra de conocimientos. Cada una de ellas otorga un perfil sobre el tipo de procesamiento del niño, y tiene utilidad para determinar los métodos didácticos más efectivos para incrementar el rendimiento académico.

La  importancia de la aplicación de esta batería, es que es algo novedoso, funcional y que le  permite mantener el interés, sobre todo a los niños más pequeños.  Las tareas son muy originales (por ejemplo, Ventana Mágica o Memoria Espacial). El papel del lenguaje en las consignas es mínimo ya que en ciertas pruebas las instrucciones son verbales o gestuales (como en Movimiento de Manos). Todos los subtests de la escala de Procesamiento Mental tienen un ítem de ensayo y dos ítems de enseñanza que permiten al evaluador explicar la naturaleza de la prueba. Cada ítem de las pruebas del KABC se puntúa como 0 ó 1. No existen bonificaciones por un desempeño veloz, aunque sólo la prueba Triángulos presenta un límite de tiempo para la ejecución.

A través de este estudio, los autores nos pretenden mostrar los resultados obtenidos. Se mostró que los niños desnutridos y no desnutridos pertenecientes a contextos de pobreza tenían habilidades cognitivas simultáneas y secuenciales similares. Sin embargo, se demostró que a medida en que aumentaban las condiciones de pobreza, eran menores las habilidades cognitivas.

Es interesante como se puede considerar que la temática de la pobreza, no solo se puede plantear en términos de posesión de bienes, sino que en el aspecto psicológico, se puede manejar como las múltiples privaciones y ambientes que impactan y  afectan en el desarrollo cognitivo y social del niño, ya que estas privaciones económicas  generan incertidumbre y estrés, lo que aumentan la posibilidad de estados emocionales negativos.

Para realizar las evaluaciones de las habilidades cognitivas, los investigadores implementaron la batería  de Evaluación de Kaufman, para niños (K-ABC), además de una encuesta sociodemográfica a sus padres. A través de las cuales se  mostraron diferencias estadísticamente significativas en el desempeño cognitivo según los niveles de pobreza en los grupos de 4 y 5 años, particularmente en las habilidades secuenciales. El estudio aporta datos de particular interés por su utilidad en la planificación de los currículos escolares en el nivel inicial.

Aquí tenemos que tener claro, que las  habilidades simultáneas implican un manejo de la información desde dimensiones espaciales, por lo que involucran procesos cognitivos de percepción, categorización y síntesis. En tanto, las habilidades secuenciales recurren a la percepción de estímulos presentados en secuencia, una captación de la información en un orden lineal y la ejecución de acciones en un orden específico.

Tomo a Luria (1974) quien nos dice que el procesamiento cognitivo humano requiere de  la cooperación de tres sistemas funcionales básicos del cerebro: el primero es el bloque de la activación, responsable de mantener la atención y regular el tono cortical; el segundo es el bloque del input, que recepciona, procesa y almacena la información codificándola sucesiva o simultáneamente y el tercero, llamado bloque de programación y control de la actividad, programa, regula y dirige la actividad mental. Estas tres unidades van a participar en toda actividad consciente y en todos los procesos psicológicos. La segunda unidad funcional, según este autor, es la responsable de recibir, procesar y almacenar la información que una persona obtiene del mundo exterior e interior.

Otro aspecto importante para  destacar, es como la  activación del input –entrada de la información– en el niño va a estar dada por los órganos de los sentidos. La información de los estímulos externos o internos puede presentarse tanto de un modo seriado o simultaneo, por lo que la detección de estos estímulos va a activar, a su vez, las formas de procesamiento secuencial y simultáneo, es  por ello, que
Kaufman y Kaufman (1983) proponen que la utilización de las habilidades cognitivas secuenciales o simultáneas, aquí depende de cómo el sujeto procese los estímulos más que el contenido de éstos (verbal o no verbal).

Para ello, se realiza una encuesta sociodemográfica: elaborada para tomar datos relacionados con el grupo familiar del niño, aspectos nutricionales y las experiencias cotidianas de éste vinculadas a la socialización. Dicha encuesta constó de cuatro apartados: a) datos personales del niño; b) grupo familiar: tipo de familia, número de hermanos, número de personas que integran el grupo familiar, educación y ocupación de padres y/o cuidadores; c) situación nutricional: diagnóstico nutricional, edad inicio del cuadro de desnutrición, frecuencia de controles pediátricos, aportes  nutricionales, asistencia a comedores comunitarios; y d) tipo de experiencias cotidianas del niño: actividades lúdicas, frecuencia de juegos con pares y/o adultos y tipo de figura familiar responsable del cuidado del niño.

Inicialmente se construyó y validó la encuesta sociodemográfica. Para el nivel socioeconómico se analizó tanto la ocupación como la educación alcanzada por los padres y/o cuidadores. Se consideraron dos categorías: a) un nivel menor de pobreza, caracterizado por padres con una escolaridad superior a primaria completa y ocupaciones estables de baja calificación, por ejemplo, personal de maestranza, obreros auxiliares en la rama de la construcción, y b) un nivel mayor de pobreza, referido a padres con un nivel educativo mínimo o sin escolaridad formal y ocupaciones inestables, por ejemplo, vendedores ambulantes, cartoneros o sólo beneficiario de planes sociales.

Se podría decir entonces, que la pobreza y desnutrición en cualquier población se van potenciando y generando  una  causalidad recíproca y limitando la expresión de dichas capacidades. Esto destaca que el fenómeno de la desnutrición no explica, de modo aislado, las dificultades cognitivas en niños con privaciones socioeconómicas, ya que la intervención de otros factores de la pobreza coexiste junto a las carencias nutricionales.








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